martes, 18 de febrero de 2014

El doctor granadino don Francisco Garrido Quintana mata a su esposa de cuatro disparos

El dramático suceso del sábado


El doctor granadino don Francisco Garrido Quintana mata a su esposa de cuatro disparos


En el hotel de Alfonso XIII, donde residían accidentalmente, el médico de Granada don Francisco Garrido Quintana, de cuarenta años, hermano de don Fermín, rector de da Universidad de dicha provincia, hizo cuatro disparos de pistola sobre su esposa, doña Josefa Jiménez Montelli, de treinta, y le causó la muerte instantánea.

Los señores de Garrido llegaron a Madrid el miércoles anterior a la semana de Carnaval y se hospedaron en el mencionado hotel, cuarto señalado con el número 24, que se compone de alcoba y gabinete. Con ellos venían un hijo del matrimonio, llamado Manuel, de tres años de edad, y la sirviente Asunción Haro, los cuales ocupaban la habitación pareada con el número 1.

En Granada, donde habitualmente residen, quedaron otros tres hijos del matrimonio, que se llaman Silvina, Francisco y Josefina, de diez, ocho y cinco años, respectivamente, en casa de unos tíos de doña Josefa.

Pasados los festejos de Carnaval, los señores de Garrido se disponían a emprender el viaje de regreso precisamente el sábado, pues tenían marcado interés en llegar el domingo a Granada con objeto de asistir a la fiesta onomástica de la niña Silvina.

Doña Josefa salió el sábado a las cinco y media, con objeto de realizar unas compras. El marido le indicó que volviese en seguida, porque pensaba llevarla al teatro antes de la salida del tren.

A las siete y cuarto se presentó en el hotel la esposa, y el marido le hizo una reconvención por el retraso. Marido y mujer entraron en la alcoba, y quedaron en el gabinete la criada y el niño.

Al instante sonaron cuatro disparos. La criada se precipitó en la alcoba, seguida de la camarera del hotel, Ana Chaves. Hallaron a doña Josefa tendida en el suelo, cubierta de sangre, y a su lado, pistola en mano, al señor Garrido. La camarera luchó con éste para arrebatarle el arma, que era una pistola automática calibre 7,35, hasta que por fin logró hacerse con ella, no sin sufrir algún que otro rasguño, pues el señor Garrido pretendía utilizarla de nuevo contra sí.

Mientras tanto, la criada y otras varias personas acudieron a auxiliar a doña Josefa; pronto observaron que estaba muerta. Los cuatro disparos le habían alcanzado: uno en la cabeza, otro en un hombro y los otros dos en la espalda.

Personado el Juzgado de guardia, realizó algunas diligencias. El señor Garrido fue detenido y el cadáver trasladado al Depósito judicial.

Los señores de Garrido gozaban de elevado prestigio en Granada. Su posición era desahogadísima. Con frecuencia realizaban viajes. A últimos de año estuvieron otra vez en Madrid.

] La Época, Madrid, lunes, 18 febrero 1929 [

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